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29, agosto 2015 - 19:08

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POR: LUIS GARCÍA OLIVO
FOTOS: JORGE BARRERA Y JOSÉ LUIS GARCÍA
HAY de inercias a inercias.
Y mientras uno cuente felicidad y orgullo, el otro numera un fracaso más. Diferencia de los Grandes, semejanzas en rachitas.
Esto fue lo que deparó la edición número 163 del Clásico Joven que se tiñó de azulcrema gracias a los goles de Oribe Peralta y Darío Benedetto, quienes resolvieron el partido en la parte complementaria, pues antes, existió un Cruz Azul que fue incapaz de matar.
Por ello, las Águilas numeraron su quinta victoria consecutiva en la Liga, que se adhiere al par de conseguidas en la Concachampions para contabilizar siete partidos con victoria, por lo que Nacho Ambriz completamente calló toda crítica de sus detractores, pues además del buen paso llevó orgullo y felicidad en un duelo que ten{ia prohibido perder.
En tanto que la tristeza una vez más se encarrilló en el riel de La Máquina, ya que registró su cuarta derrota al hilo, números nada agradable para una institución tan grande que demanda resultados, por lo que la paciencia podría terminar, pues Sergio Bueno no pudo detener el vuelo del Águila.
EL JUEGO
Las emociones, goles y espectacularidad se aplazaron hasta el complemento, por lo que el cierre fue mejor.
El “amarillo palido tomó brillo” en un abrir y cerrar de ojos, por ende apareció la mejor versión del América hasta la segunda parte, pues durante la primera mitad dejó en el tintero los indicios y los goles, regalándole la inciativa a La Máquina, que sí dominó y a la postre perdonó.
La primera media hora fue un tanto entretenida y más porque los de Sergio Bueno buscaron aprovechar cada una de las jugadas, pero sin suerte y mucho menos sin colmillo se fueron al entretiempo con el coraje de no haber anidado una de las tantas que se les presentaron.
A Joao Rojas y Rafael Baca les faltó esa grandeza para descontar en un partido de altas dimensiones. Ambos tuvieron para fusilar a Moisés Muñoz, pero la falta de inteligencia y visión provocó que el meta americanista o los tiros desviados ahogaran el grito de gol. Del lado de los de Coapa, únicamente un tiro de Paúl Aguilar puso a volar a Chuy Corona, cosa insignificante para lo que vendría.
La justicia no le sonrió a los celestes, quienes sí contabilizaron más llegadas frente a las Águilas que ligeramente se hicieron de la pelota en el tiempo subsecuente previo al entretiempo, en donde el duelo vivió un bajón.
Sin embargo, revolucionados y con un total cambio de chip, los de Ambriz salieron a comerse el partido, a conservar la inercia ganadora y a descarrilar uno de los odiados rivales. Así que sin tiempo que perder, Osvaldo Martínez entretejió una buena pared y sirvió a Peralta para que pusiera el 0-1 aún cuando La Máquina se acomodaba a la cancha.
Sedados, los celestes no supieron cómo levantarse del primer dardo, por lo que se vieron vulnerados en todos los aspectos. A nivel defensivo dejaron espacios y por poco un riflazo de Andrés Andrade se postraba en golazo. Alivio celeste, rabia americanista, pues querían más.
América, ya un tanto suelto comenzó a disfrutar el Clásico, a saborear y a pasear al rival, que nunca pudo encarrilarse y peor aún, con tres cambios de un jalón perdió estabilidad en el medio campo, pues Crosas dejó la cancha por lesión. “Chaco”, Belluschi y BenÍtez, a escena.
El “10” celeste buscó reanimar a los suyos en jugada con Vuoso, pero Paolo Goltz se vistió de héroe al salvar con el pecho. Ésta fue la última de la causa azul, pues siguieron las fanfarrias emplumadas. Benedetto no pudo firmar en su primer contragolpe y a la siguiente no perdonó. Darío resolvió de maravilla y sacó a Chuy para hacer más lujosa la segunda anotación americanista.
La felicidad provocó una nueva sonrisa en Ambriz, quien se dio a la tarea de ingresar a Guerrero, Quintero y Arroyo cuando todo ya estaba resuelto. El orgullo se postró del lado americanista y el repudio una vez más se escuchó contra Sergio Bueno.
El lado americanista no cabía de felicidad por amarrar la quinta victoria al hilo en la campaña y la vergüenza se reflejaba en el contexto azul, pues sumó cuarta derrota consecutiva en el duelo en donde tenía prohibido caer. Ambriz salió más bueno que el propio Bueno.

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