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19, agosto 2016 - 14:18

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No es la vida, es el destino que se aferra. Quién lo iba a decir, Guadalupe González buscó por todos los medios asistir a unos Juegos Olímpicos hasta que lo consiguió de la manera más inesperada. Primero se calzó los guantes de box, y buscó su gran sueño con su principal pasión. Después, incursionó en las pistas de Atletismo, pero una lesión estuvo a punto de dejarla para siempre sin practicar algún deporte. Y cuando no pudo correr, llegó la marcha, una disciplina que a Guadalupe no le gustaba, sin embargo, su talento y capacidad la colocaron en el camino correcto, ese que hoy le da dado la gloria.

María Guadalupe González era desde el comienza una de las pocas seleccionadas con posibilidades de ganar medalla en los Juegos Olímpicos Río 2016, al elevarse en forma vertiginosa en la prueba de caminata de 20 kilómetros. Hoy, el máximo sueño se hizo realidad

Quien nació el 9 de enero de 1989 en la Ciudad de México, tuvo una corta historia en el boxeo y en la prueba de pista de 400 metros planos, de donde salió por una lesión en una rodilla, llevándola el destino hacia el entrenador Juan Hernández.

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El mentor la entronizó a la caminata, donde en su primera prueba registró una hora, 37 minutos y 02 segundos en los 20 kilómetros, el 21 de abril de 2013, en Boca del Río, Veracruz, durante el Campeonato Nacional. Actualmente, es la número número del ranking mundial de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés), con 1:26:17 horas, establecido el 7 de mayo del presente año, para el subcampeonato en la Copa Mundial de Caminata, realizada en Roma, Italia.

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Desde la fecha de inicio, ha tenido otros momentos gloriosos, como la conquista de la medalla de oro en los Juegos Panamericanos Toronto 2015, donde exhibió gran corazón y valor para obtener el triunfo como una kamikaze, porque tras cruzar la meta se desplomó por una severa deshidratación.

Hoy, la mexicana convirtió en la subcampeona Olímpica, con una carrera para el recuerdo que  hizo vibrar a México, donde mantuvo una batalla encarnizada con la competidora china. Al final, se lleva una medalla de plata que sabe oro, por el esfuerzo, la pasión y orgullo de esta atleta que no conoce límites.

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