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Mira

14, agosto 2016 - 8:20

┃ Fernando Schwartz

Nota-Atletismo-Bolt

La Boltmanía llegó  a Río y fue un río a caudales de aficionados que llenaron el Engenhao para verlo como relámpago en el heat 7 para calificar a las semifinales de los 100 metros planos, donde busca historia para ganarlos por terceros Juegos Olímpicos consecutivos.

Un día en el Engenhao, donde Fox en Río quiere mostrarles cómo fue el camino en este apasionante circo de tres pistas. Desde temprano, la gente empezó a entrar al escenario para entretenerse con la final de disco, el salto triple, el heptatlón, los 400 metros, el 3000 steplechease; pero todo era preámbulo para el más rápido del mundo.

En la tribuna una estadounidense con banderas y escudos por doquier emocionada estaba. Una familia que vino desde Monterrey con sus tres hijos más grupos mexicanos invitados por corporaciones decían presente. En las tribunas, aficionados de diversas nacionalidades. La seguridad a tope, pero nos colamos al sótano del estadio, donde todo se almacena, como los colchones y las vallas. De ahí al estadio aledaño, donde seguimos el estiramiento y calentamiento de Usain Bolt, que vestido totalmente de color negro en este inmenso calor de sábado, estiró, calentó y se convirtió en el centro de miradas en este escenario donde entrenan atletas para otros días y otros calientan para salir a la pista y ser parte de la historia olímpica. Si fue en eliminatoria, imagínese la final.

 

El estadio enloqueció desde que comenzaron las eliminatorias de los 100 metros. Gente parada en los pasillos, en sus butacas. Amontonamiento por doquier. En la zona mixta donde los atletas charlan con TV, radio y prensa escrita, aquello era un arsenal de soldados combatiendo por llevarse algo de Usain Bolt.

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En la pista con tan solo dar un arranque para terminar de calentar desde su carril 5, la gente lo aclamó y vitoreó. Usain tomó su lugar y cuando fue presentado por el sonido local la escandalera volvió. Estando listos los ocho para correr, Bolt se llevó el dedo índice a la boca pidiendo silencio y como si Dios lo hubiera dispuesto, 60 mil espectadores acataron su pedido. Salida explosiva y Usain con clase, serenidad y tranquilidad aceleró los últimos 25 metros para calificar tranquilamente, ya que avanzaron los dos primeros de cada prueba en forma directa a las semifinales.

Al entrar por el túnel que lo lleva a las cámaras, ahora los enloquecidos fuimos los medios de comunicación; Bolt hizo pasarela por los micrófonos sonriendo, pero sin detenerse, hasta que encontró a una conocida y pidió le abrieran hueco para hablar muy brevemente. De ahí lo mismo con los medios escritos y así. Usain dio la vuelta por todo el laberinto marcado en el camino al vestidor para desaparecer.

El hombre más rápido del mundo, al que se le ve en pista máximo dos minutos contando los 10 y fracción que puede durar la prueba, mostró en Engenhao en el Joao Havelange, que Usain tiene el carisma para crear la Boltmanía y que el ser veloz campeón mundial y olímpico. Es un regalo que su perseverancia y trabajo le ha dado. BOLT, BOLT, BOLT, el USAIN que todos queremos ver.

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