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3, febrero 2016 - 9:05

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CORTESÍA DE JESÚS TEPEPA

SE abrieron aquellas ventanas… a lo lejos se pudo mirar un nítido horizonte… en un instante aquella lejanía pareció acercarse… mostró otro cielo… un paisaje diferente… los colores se entremezclaron para crear una nueva tonalidad sónica… Cumbres con su nuevo disco Crestomatías…
“Profanamos el rock, nos enfocamos en sus puntos débiles porque en sí mismo es una generación inconclusa; nos trasladamos en el pop porque queremos reivindicarlo como género de esa mala reputación que tiene por los grupos prefabricados”.
En los senderos del rock se pueden encontrar todas las formas amorfas en un sino paradójicamente paradigmático.
“Mezclamos diversos colores para ser accesibles; la música es un ente inmenso, no queremos tener barreras, sintetizamos varios discursos. México es un variopinto como dijeran algunos intelectuales”.
La obra fue producida por el reputadísimo argentino Daniel Melero.
“Significó que la música puede romper egos, nacionalidades, edades, esquemas, volvimos a ser noveles, dejamos que brotaran emociones y las confusiones se convirtieran en aciertos”.
Otra enorme molécula de esa célula llamada rock nacional.
“La producción de rockeros mexicanos es vasta, siempre hay, se abren foros, la camaradería se da, eso es bueno aunque falta ese mecanismo para que detone; el rock se enfrenta a la industria de lo regional muy bien armada que va arrasando”.
Viven sus propias crestomatías.
“Es encarar emociones humanas que siguen siendo primitivas en una era de alta tecnología, incluso es no saber si fuimos o estar frente a nuestros miedos”.
El concepto crestomatía remite hacia algún recuerdo.
“Ojalá nos recordaran como una banda que se atrevió a un concepto propio y distinto, que se entregó al arte vinculándolo con la vida cotidiana; a veces resulta más ser diferente a ser el mejor”.
Cumbres vuela en un viaje interno hacia lo externo.